Los Sobrevivientes

Paralizados, destinados a sobrevivir a la crisis, detrás de gobiernos y toques de queda, en espacio recluidos a hipócrita voluntad, justo ahí detrás, ahí estamos. 

Es la batalla entre el bien y el mal. Algo confuso de entender. En el contexto actual, muchas de nuestras acciones y decisiones se han convertido en capas no reconciliadas de nuestra existencia, donde cada elección parece estar cubierta por la incertidumbre y el temor. 

El mal ahora es pequeño minúsculo y sin piedad. Viene atravesando mar y tierra, despojando a los gigantes y atándonos de pies y manos. Debemos enfrentar nuestras capas no reconciliadas, esas facetas de nuestra humanidad que ignoramos o dejamos sin resolver, y que ahora emergen en medio de la adversidad. 

Confinados a lo que debíamos ser, ahora somos los buenos. Ya no atropellamos la naturaleza, el tiempo y la rutina; ellos descansan de nosotros. En este encierro forzado, nos enfrentamos al espejo de nuestras capas no reconciliadas, reflexionando sobre lo que realmente valoramos y lo que hemos dado por sentado. 

Calles desiertas, silencio nocturno, casas convertidas en hogares. Mamá en la cocina, papá en el super, microbio petulante con roles asignados. Superman y Maravilla cambian sus capas por batas blancas y cuidamos a los mayores como nunca antes. Lloramos por la impotencia de no tener el control y la madre naturaleza piensa en darnos su perdón. 

Por supuesto que no es justo, si pensamos en nosotros; inocentes y creídos que el mundo nos pertenece. Ahora sobran los minutos para ver el horizonte y entender las prioridades justo en bandeja de plata. Las capas no reconciliadas de nuestra conciencia colectiva parecen ahora estar al frente, desafiándonos a cambiar. 

Imagino despertar en la escena final, humanos arrodillados, humildes, solidarios, familias reconciliadas, todos juntos con el único propósito colectivo de salvar la humanidad. En ese despertar, esas capas no reconciliadas que una vez nos dividieron, ahora se disuelven en el reconocimiento mutuo de nuestra vulnerabilidad y nuestra fortaleza compartida. 

Utopía confusa, la maldad no solo es pequeña, tiene compañía oculta; no sabemos si derecha o izquierda. Más no importa. La realidad es que frente a la adversidad nuestras capas no reconciliadas se desvanecen y lo que importa es la solidaridad y la compasión que emergen. 

Sugieren que con miedo y soledad podrán acorralarnos, ilusos. No se imaginan lo que estamos creciendo, cada día somos más los que caemos de rodillas, somos más y más. Con cada caída, una capa no reconciliada se reconoce y se integra, fortaleciéndonos en espíritu y unidad. 

Se unen cantantes y voces de alabanzas, buscamos en los recuerdos el poder de la esperanza, después de todo no era tan malo. Tranquilos que todo pasa. Incluso las capas no reconciliadas que antes nos definían ahora se transforman en lecciones aprendidas y en caminos hacia la resiliencia. 

Sirvientes del descanso creamos en nuestra mente el día que despertemos de este filme sin sentido aparente. ¿Te imaginas? Dale, piensa, alimenta tu mente. Que las memorias cuenten que saliste de tu personal holocausto dejando en las cenizas el temor y la codicia, para abrazar la ilusión de un nuevo comienzo. Estás vivo, y tus capas no reconciliadas ahora forman parte de la historia que te ha llevado a ser más fuerte y consciente. 

No creas en las fronteras, son falsas. No creas en el poder, también se enferma. Abraza tu fe, abróchate el cinturón del porvenir. Entre las capas no reconciliadas de tu ser, encuentra la esencia que te impulsa hacia adelante.

Conecta tu corazón y tu mente y crea ese nuevo comienzo. Sólo Tú puedes y Él y Ella y Yo, tal vez sería mejor NOSOTROS. Juntos podemos sanar esas capas no reconciliadas y construir un futuro donde prevalezca la unidad sobre la división.

Salimos del encierro, se llenan las playas, las escuelas, los comercios. Ahí estás saludándome con abrazos añorados, ¿te conozco? No importa, ahora eres de los míos, UN SOBREVIVIENTE; Y POR ESO TE AMO. Superamos juntos las capas no reconciliadas y ahora miramos adelante con esperanza renovada.

Licet Mesa.